martes, 3 de febrero de 2009

UNA SEMANA PARA OLVIDAR



Así, recordaba María esa semana de Febrero del año 2005, solo quería olvidar, después de haber soñado con Javier durante años, en los cuales espero su regreso, cada mañana, cada tarde, cada vez que veía el crepúsculo apoderarse de las horas nocturnas.Había conocido a Javier en una de esos tantos seminarios, cuando ... Leer máslo vio; su corazón se estremeció, miro sus ojos azules, su estatura y sobre todo la capacidad de concentración, ante los temas que exponían los facilitadores, del Programa de Superación de la Pobreza; claro entre María y él existían brechas insuperables, él un gran profesional destacado en su ámbito, ella solo una aprendiz, una interlocutora, no solo de su clase social, sino, además de su raza, de su cultura. María jamás pensó en llamar su atención solo observo su posición, con la cual divergió, desde el momento en que él pronuncio la palabra etnia.
Durante una semana, discreparon en varios temas, sus planteamientos muchas veces rayaban en el límite de lo personal, había una discordancia y a la vez detrás de las miradas, una profunda inspiración, que los llevaba a corregir al otro en lo más mínimo.Aquella, como tantas tardes se juntaron en los Bancos de los bellos jardines, de aquel lugar paradisiaco, y todos disfrutaban del intercambio que les permitía el momento, después de la larga jornada. Javier, llevo una copa al lado de María, la miro fijamente y se la ofreció; (después de permitir a sus finos labios, que sonrieran de una forma angelical), María no resistió simplemente tomo la copa y bebió… Fue el primer acercamiento… el primero…
Llego el momento partir, de tomar todo y volver a casa, las despedidas fueron las mas efusivas; se juntaron durante una semana: un continente con otro y países latino-americanos en un mismo lenguaje, cada quien llevaba consigo los aprendizajes, cada uno hacia propio su modo de ver el crecimiento. Justo a la salida, Javier, tomo la mano de María y junto con estrecharla dulcemente, le pidió el teléfono y la dirección y le dijo: _Iré por ti, ¡espérame! … María, incrédula, simplemente se fue y no retorno ni la mirada, ni los pensamientos, simplemente marcho.Pasaron tres días y Javier apareció, erguido, hermoso… Disfrutaron la tarde como si se hubiesen conocido eternamente, recorrieron lugares, se extasiaron hasta el amanecer de todo cuanto pudiese verse o sentirse… Justo cuando la luna comenzaba a abandonar el cielo, sus labios se juntaron, y sus cuerpos hasta sus almas…
La despedida, ¡otra vez!, esta vez menos dulce, se apresuraba detrás de otra promesa – ¡volveré!-… no se cuando pero lo hare…Y así pasaron los años, en continua espera, ambos, hicieron crecer el amor como adolescentes, diariamente se escribían y se enamoraban…Y ahí estaba María, ese 25 de febrero del año 2005, esperando a Javier, sentada en el aeropuerto de Santiago. Conjugaba sus sentimientos, que pasaban de la algarabía, al más profundo silencio, del miedo al más inmenso júbilo…
Se miraba en los grandes ventanales y pensaba “Vienes… y estaremos juntos, tengo miedo, he cambiado tanto”, se veía tan pequeña, tan frágil, pero su vanidad la hacia hermosa. Su cara había envejecido inevitablemente, se veía hosca, apática, sus pómulos sobresalían.… “¿Donde vendrás Javier? ¿Llegaras cansado?, ¿que haremos una vez que estés aquí?...”El avión retrasado por varias horas, la tenía al borde de la locura, pero llego pasadas las tres de la madrugada
Ambos caminaron uno hacia el otro tratando de reconocerse, los vaivenes de la incredulidad los consumían a ambos, se amaban, pero el paso del tiempo los había cambiado… ya no eran los mismos…sentados uno frente al otro, en silencio, pupila contra pupila, respirar con respirar, se observaban…Javier, la meditaba, la recorría despacio, sin intervalo, cada surco de la piel, cada poro, cada milímetro de oscuridad, la invadía en todas sus vergüenzas, recorría las grietas de sus ojos, el temblor de sus mejillas; los rubores de su alma, destilaron entonces las viejas penas, la soledad en polvo, las nostalgias.
María, se llenaba absorta, de su silencio, se emborrachaba en el profundo de sus ojos, asustada frente a la pálida piel, al hondo suspiro, al doloroso quejido que se le escapaba por momentos…-Estas, hermosa- le dijo Javier, has cambiado.Ella sonrío, Si, un poco.¿Y tú?…No vengo bien, me ha empezado una molestia en la pierna desde ayer y ahora esta peor el dolor.Vine, porque te lo había prometido…
-Quizás, no debiste.-no, no, esta bien. Y repasaba nuevamente la geografía, del cuerpo de María.- ¿un café?...No, no.Entonces, ¿donde iremos?No conozco, Santiago, pero vamos...Tomaron un taxi, que los llevo a un hotel.El silencio se apodero completamente de ellos.En silencio avanzaron hacia la habitación, en silencio trascurrieron todos los minutos siguientes.Para ambos la desconocida habitación, los hizo ocupar el tiempo en el reconocimiento habitual, tomaron una cerveza, acompañados de la pálida luz de la habitación.-Estoy cansado- dijo, Javier.-Si debe haber sido un viaje agotador,- repuso María y observo, la dificultad en los movimientos de Javier.
Mientras Javier se tendía en la cama, María se fue al baño y confundida, se miraba en el espejo y sentía, como se le escapaban las lágrimas, no comprendía el ¿por que?, sentía en el corazón el presentimiento de que aquel silencio, era mas que el dolor de una pierna, se sentía culpable, sentía que ese momento, que aquel viaje, que aquel encuentro, estaba lejos del ansiado retorno que tantas veces soñó, veía a Javier tan frágil, tan débilmente tendido sobre una cama que no era suya, que no la quería, que no la había pedido, sentía que, en aquel caminar doloso de Javier, venia no solo una herida, sino un corazón vacío que ella había alimentado con un efímero amor durante mas de dos años.
El viento de la madrugada, había alertado sus sentidos, había embriagado su alma, había caminado junto a él, no importándole ¿Dónde?, solo le importaba que el tiempo se había cumplido, se sintió egoísta al desear su cuerpo entrelazado con el de él, al desear sus labios sobre la noche infinita, sobre su alma que se alzaba en un suspiro, por desear que el tiempo se fundiera, que nada existiera, que fuera el verbo, despojándose del cielo, y se posara en esa cama, en esa noche…
Cuando ya se sintió fuerte, retorno a la habitación y se tendió a su lado, hasta que el silencio apago la ultima estrella, y el pensamiento, la ultima palabra en su corazón.Al despertar, la situación de Javier había empeorado, salieron del hotel, directo a al hospital clínico. Grande y desmesurada la sorpresa, cuando ante los médicos quito el pantalón de Javier para ver su pierna, era grave, muy grave.Debió trasladarlo a la Clínica Alemana, tras un duro diagnostico, allí estaría mejor.La situación de Javier, era difícil, pero, por ser turista alemán, las cosas se facilitaban bastante. Le diagnosticaron, una trombosis, por la que debía permanecer bajo observación varios días.
Para María fueron los días más difíciles, los continuos cambios en el estado de ánimo de Javier la dejaban muy mal, parecía odiarla, la castigaba con el silencio mas profundo, perdía su mirada en cualquier detalle de la habitación, la abandonaba…, usaba el Alemán para comunicarse con los médicos, la dejaba al margen de toda información, la observaba, dilataba las respuestas a las preguntas básicas, pero no la dejaba ir.
María, aceptó todo, segura de que aquel viaje, era su culpa.Los días pasaron con una lentitud desesperante, el tratamiento había surtido los efectos deseados. Javier estaba mejor por lo tanto podía abandonar la clínica.Nuevamente en el hotel, al que no habían regresado por días, los hizo encontrarse nuevamente, aislados, desesperados, María ... Leer mássolo quería escapar, solo quería olvidar, pero, aún no se podía, Javier ponía al límite su resistencia, aún faltaba un día para que él pudiera regresar a Alemania.La última noche, María no resistió más, al menor desaire dejo que se vaciara por fin lo que había acumulado por tantos días, lloro hasta cansarse, y después le dijo: -me voy- te abandono, ya no puedo más contigo.
Sin mirarlo tomo sus cosas, recogió hasta su mas pequeña desilusión, y se dispuso a marchar, al llegar a la puerta, escucho, un gemido dio vuelta la cara, y ahí lo vio, por primera vez derrumbado, con su mar azul, repleto de amargas lágrimas, con su orgullo alemán, posado sobre la rogativa: - ¡no, no me abandones!, por favor no me abandones.... Leer másMaría volvió, se dejo caer sobre la cama, y lo miro, y volvió a encontrar al ser humano del que se había enamorado, al verdadero, al puro, al silencioso, al que solo podía expresar a través de sus ojos; toda su humanidad, y se desplomo cuando Javier la tomo de las manos y la acerco para abrazarla, en un abrazo eterno, mas profundo que todo el dolor antes causado.

Sylvia González Millahueque

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